Sergei Eisenstein, el director de cine soviético que revolucionó el montaje audiovisual
El arte cinematográfico tal y como lo conocemos hoy día no se creó por arte de magia ni espontáneamente. Todo fue fruto de experiencias de los primeros creadores a lo largo de los inicios del siglo XX. Entre los precursores del cine, encontramos dos nombres propios que marcaron las primeras pautas en el lenguaje cinematográfico. Uno fue el norteamericano David W. Griffith, considerado el padre de la narrativa; y por otro lado el ruso Sergei Eisenstein, padre del montaje cinematográfico.
Gracias al ruso, sus descubrimientos y su pasión por el montaje, hoy en día somos capaces de ver muchas películas que todavía utilizan las innovadoras técnicas de montaje de Eisenstein.
La importancia de la edición
Con tan solo 25 años, Sergei Mijáilovich Eisenstein, se cansó de su faceta teatral y poco a poco fue descubriendo un nuevo movimiento que, por aquél entonces, alrededor de 1923, comenzaba a brillar con fuerza en Europa y en la vieja Unión Soviética.
Antes de comenzar a realizar sus primeras películas, el joven Eisenstein ya había publicado varios escritos relacionados con el montaje cinematográfico como una auténtica revolución para influir en la sociedad y en el arte visual de las películas.
Sus primeras películas se convirtieron rápidamente en toda una declaración de intenciones sobre su concepción artística y revolucionaria del cine, y sirvió de inspiración para muchos cineastas posteriores que vieron en el ruso un espejo en el que mirarse.
Según Sergei Eisenstein, el montaje era la excusa perfecta para que el arte cinematográfico despertara sentimientos en el espectador. Un montaje a través de emociones, ideas y atracciones, que iría definiendo a la perfección en cada una de sus obras.
Con su primer largometraje, ‘La huelga’, se pudo comprobar la práctica de su teoría sobre el montaje de atracciones, una edición en cine que el director definió en sus teorías escritas con las que pretendía golpear con un «choque emotivo» al espectador. Básicamente lo que actualmente el 90% de las películas que se filman buscan.
En esta primera película, el ruso elaboró y puso en práctica sus diversas teorías sobre el montaje y quedan al descubierto secuencias donde utiliza diferentes ediciones para implicar al espectador en la historia. Entre sus categorías se encuentran el montaje métrico, rítmico, tonal, armónico e intelectual, todo alrededor de trabajar una historia en base a una idea.
El acorazado Potemkin
La máxima de las teorías de Sergei Eisenstein llegó con su obra cumbre en 1925, la magnífica ‘El acorazado Potemkin’. Cualquier estudiante de cine y de montaje cinematográfico no debe dejar de ver una de las consideradas mejores películas de la historia del cine.
Con un perfil revolucionario en cada una de sus películas, el ruso practica todas sus teorías del montaje y las plasma en una historia llena de ritmo, con travellings, primerísimos primeros planos, planos de situación, a través de cinco episodios que cuenta la historia real que ocurrió en Odesa en 1905, representando como nadie la figura de la sociedad de masas y las ayudas colectivas por la revolución.
La película cuenta con algunas de las secuencias más memorables de la historia del cine como la de la escalera de Odesa, toda una clase magistral de montaje y que ocupa el penúltimo capítulo de la trama.
A raíz de esta película, han sido muchos los directores que después han homenajeado al creador ruso, como padre fundamental de la teoría del montaje cinematográfico.
Un visionario del espectáculo
Una vez realizó ‘El acorazado Potemkin’, dirigiría ‘Octubre’, otra de sus obras más recordadas y se marcharía poco después a Estados Unidos para investigar sobre la llegada del cine sonoro.
Lo cierto es que Sergei Eisenstein ya había demostrado todo en sus tres primeras películas para ser una leyenda del cine y poner las bases de lo que luego hemos conocido como espectáculo cinematográfico. A diferencia del creador norteamericano David W. Griffith, que utilizaba un montaje clásico por secuencias continuadas en toda la película y con protagonistas centrados en una persona, Eisenstein se dedicaba a dar un valor mucho más potente al montaje y el protagonista de sus historias era la masa, el conjunto, la sociedad. Además, solía utilizar personas normales, dejando a un lado a los actores profesionales.
Además, dentro de su teoría del montaje, posicionó varias ideas revolucionarias para que el espectador sintiera el golpe de las imágenes a la hora de ver una película. Por ejemplo, su estudio sobre imágenes yuxtapuestas para formar una tercera y una idea, ha sido muy experimentado por muchos directores a lo largo de la historia (ojo+agua=llanto).
Desarrolló el concepto de movimiento determinado por la acción de las imágenes y el poder de la narración y el montaje, además de incluir un concepto nunca visto anteriormente: la tercera idea.
En definitiva, Sergei Eisenstein fue uno de los padres del discurso cinematográfico que después se fue desarrollando gracias a los aportes del cineasta ruso.